miércoles, 22 de enero de 2014

Capítulo 3 ♥ Temas del triunfo.

No paraba de mirarle y notaba como a través de sus oscuras y extravagantes gafas de sol sus ojos recorrían mi cuerpo varias veces mientras se formaba una leve sonrisa en su rostro.
-¿Qué querías? – preguntó quitándose las mientras sus ojos color miel se clavaban en los míos. Tenía una tez un poco más morena que la mía, era unos centímetros más alto que yo cosa que me atraía ya que siempre había sido la más alta de mi clase y todos los chicos eran justo igual que yo o incluso más bajitos. Sus ojos eran pequeños y perfectos, tenía una adorable nariz y unos jugosos e irresistibles labios, su pelo era corto y castaño, en definitiva para mí era el chico ideal y al parecer también para otras chicas.
- ¿Eh? –dije algo perdida volviendo de mis pensamientos- Perdón, sí… esto… -tartamudeé nerviosa- verás… un par de chicas, quiero decir, tres chicas exactamente - le decía aún más intranquila, un fallo mío era que siempre que me ponía así optaba por hablar entrecortado, mirar a todos lados sin aguantar la vista fija en un punto más de dos segundos, quedarme en blanco y lo peor de todo, a intentar dar detalles de cada cosa y decir lo que cuento exactamente como es, una faceta rara por mi parte, pero así soy yo. – me han pedido que –continué diciendo- venga a hablar contigo, haber no es que no quiera, que si quiero… eso no significa que me gustes, no es que te esté llamando feo, que no lo eres, quiero decir que me pareces majo y a lo mejor habría venido a hablar contigo si ellas no me hubieran dicho nada –mientras decía todas esas estupideces notaba como mis mofletes se calentaban y enrojecían, seguidamente Nerea un poco harta de mis explicaciones me dio un ligero codazo para que fuese al grano mientras el chico y su amigo, un chico rubio, igual de alto que yo, de unos preciosos ojos verdes, atractivo, de tez morena y una bonita cara redonda, nos miraban muy extrañados y juraría que incluso estaban algo asustados, me aclaré la garganta tras recibir el toque de mi mejor amiga y continué hablando – querían saber si podías darles tu número, tu nombre, ya sabes… pa..para quedar –dije aquello último tartamudeando un poco, no me hacía mucha gracia eso de que el dijera que sí y quedara con esas crías, me había parecido atractivo y la verdad… lo quería para mí.- Bueno ¿qué me dices? –pregunté tras un largo silencio de volver a perderme en mis pensamientos-.
-No – me respondió él-
-¿No? –le interrogué algo molesta, bueno, me alegraba haber oído eso por qué así no estaría con esas chicas, pero me fastidiaba el hecho de haberme creado en mi cabeza una gran charla para que él me contestase eso sin más-
- No me has dejado terminar – Me interrumpió el con las cejas levantadas- No voy a darles ni mi número de teléfono ni mi nombre –miro a su amigo y luego volvió la vista hacia mí- Llevan desde que llegué a Cádiz siguiéndome y molestándome, siento decir esto pero son unas crías que solo se fijan en el atractivo de los chicos. – A partir de ahí dejé de escucharle, estaba soltando una charla sobre esas chicas, lo cual me hizo pensar y caí en que quizás yo no sería nada para él, me refiero, a que tal vez después de esta estúpida conversación no volvería a verlo y todos esos nervios y gilipolleces que he pasado serían en vano o por otra parte, pensé en que a lo mejor el destino o una pura casualidad hizo que yo me encontrara con él ¿quién sabe? – Además –siguió contando aquel chico- prefiero hacer eso de quedar, dar mi número y mi nombre a alguien  –movió su dedo por delante de mi cara juguetón hasta que se paró justo enfrente de mi nariz- como tú.
-¿Cómo como yo? – le interrogué al oír eso, se me había quitado todo el tartamudeo, los nervios seguían ahí pero me sentía más segura y capacitada para entrar en su juego que nunca.
- Perdona. –Me miró tiernamente- No como tú, si no a ti exactamente – En ese momento lo entendí todo, estaba ligando conmigo, tenía que responder de una buena forma para no salirme de esa partida.
- Bien – contesté girándome hacia Nerea con una sonrisa tonta en la cara, ella me miró con una ceja alzada y sonrío pícaramente en tono burlón- Voy a hablar con esas chicas –proseguí- ahora vuelvo –le eché una mirada a mi aliada con los ojos muy abiertos mientras sonreía y corrí, ande rápido exactamente, hasta llegar al portal donde estaban esas tres molestas niñas.
- ¿Qué te ha dicho? –me preguntó una chica casi gritando- ¿Es simpático? ¿Te ha dado su número? –continuó-
-¿Quieres dejar de interrogarme? – Le respondí algo incomoda-
- ¿Puedes decir ya que ha pasado? – Comentó otra mucho más tranquila sentada algo alejada de las demás-
- ¿Puedes callarte y dejarme hablar? – Le volví a responder en tono desafiante, la chica de pelo oscuro y mirada fría cerró la boca y volteando los ojos miró hacia arriba. – Quiere que lo dejéis en paz y no quiere daros vuestro teléfono, no sé cómo se llama y sí, es simpático –les comenté omitiendo detalles como el de intentar cortejarme- Ahora, tengo que irme.
- ¿A dónde vas? – Preguntó la chica apartada del grupo-
- ¿A ti tengo que decírtelo? –Le miré algo sorprendida por lo descarada que fue-.
- Sé que vas con él chico, he visto como te has quedado paralizada al verle, pero a mi amiga le gusta así que… para mí estás muerta –me echó una fulminante mirada y desde ese momento supe que me había echado una, quiero decir, tres enemigas – Genial Paula, sigue así –pensé antes de irme, les miré con los ojos entre abiertos y confusa salí de allí.
A los dos minutos exactos, llegué junto con el chico, miré a Nerea de una manera que solo ella entendió que me había metido en un lío, soltó una leve carcajada y miro a los chicos.
-¿Ya os habéis conocido? –Les pregunté-
- No – volvió a contestar el muchacho- Te estábamos esperando – dijo con las cejas levantadas y esbozando una sonrisa- aunque tu amiga y Ashton – señaló con la cabeza a su compañero- ya se han echado el ojo – Nerea comenzó a ruborizarse algo sorprendida mientras Ashton lanzaba una imponente mirada al chico por su “graciosa” e inoportuna broma a la vez que este echaba una risa – Por cierto – me dijo acercándose unos centímetros- Me llamo Liam –se inclinó para darme dos besos, cosa que yo no hice, estaba en lo bien que le venía el nombre.
- Yo Paula –por fin le devolví los dos besos.
*    *   *
A partir de ahí no hace falta que os de tanto detalle de lo que ocurrió, fue un día normal como otro cualquiera en la playa sin contar que ese chico, Liam, no paraba de observar me mientras yo daba paseos o me entretenía con mi mejor amiga, me di un refrescante baño en el mar y él seguía ahí sentado junto a Ashton con sus gafas de sol puestas mirando hacia a mí.
-¿Sabes por qué hace eso? –Le pregunté susurrando le a Nerea-
- ¿El qué? – miró a Liam descaradamente y seguidamente a mí- No sé, se ha quedado embobado mirándote.
-Lo sé señora disimuladora –dije en tono sarcástico, ella me saco la lengua y riendo nos tumbamos en la arena donde le conté mi experiencia con las chicas que ahora serían mis enemigas.
- Pobre de ti, yo estaría asustada aunque siempre puedes usar un “Avada kedavra” para acabar con ella –dijo bromeando y comenzó a reír-
Os explico un poco, ella y yo somos muy fans de la saga “Harry Potter” y aparte de que ella está muy loca pues las dos tenemos nuestras fantasías, de ahí viene lo del echizo.
-Sí gracias, lo tendré en cuenta –dije riendo y me tumbé boca abajo para tomar un poco el sol.

Ese día fue todo un poco aburrido y normal salvo por el hecho de conocer a aquel chico que para mi gusto me parece un poco engreído e insensible, pero todo cambió a la hora de volver a casa. 
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Siento muchísimo el haber tardado, pero no he tenido mucho tiempo, intentaré subir capítulo nuevo cada semana, os quiero y no os olvidéis de votar, es importante. 

domingo, 5 de enero de 2014

Capítulo 2. ♥ Temas del Triunfo

-Genial ¿y ahora qué? –me pregunté a mi misma un par de veces hasta que por fin mi cabeza pudo pensar en otra cosa y dejo de estar atascada- La llamaré –susurré, cogí mi móvil y rápidamente marqué un número de teléfono, me lo coloqué en la oreja para escuchar y comenzaron a sonar pitidos, primer pitido, segundo y… “el número que ha marcado no se encuentra disponible en este momento” lo supuse, sabía que muy pocas veces contestaba al teléfono, lo guardaba en su bolsillo y ya le podía estar llamando la persona más importante en su vida, que no lo cogería, pero había que intentarlo, ¿qué más podía perder? Ya me había quedado sin viaje. Me mordí el labio pensando en que podía hacer ahora, pero como evidentemente no iba a aparecer un vehículo de la nada como por arte de magia e iba a llevarme a Cádiz cogí de nuevo mi maleta y volví a subirme a esas odiosas escaleras mecánicas que me habían hecho perder el tren. Al elevarme en ellas, resoplé levemente y miré hacia un lado, luego hacía otro de forma lenta y rápidamente volví a mirar al primer lugar donde lo hice, me fijé en que a lo lejos entre la multitud había una chica con unas gafas de sol puestas y tomándose lo que parecía ser un helado, no apartaba la vista de mí, yo le miré nerviosa y con los ojos entre abiertos para ver si la conocía, pero por mucho que pensara no me acordaba de quien era, me rasqué la nuca pensando y nada, ni una sola respuesta, miré hacia otro lado y continué metida en mis pensamientos hasta que caí al suelo, sí como lo leéis me tropecé y caí de rodillas al suelo, me desperté de mi estado de shock pensativo, algo extrañada y dolorida por el momento, me levanté de allí cogiendo mi maleta y tapando me la cara con la mano al ver como todas las miradas de la escalera se fijaban en mí, andando rápido, entré en los  aseos.
Al cabo de unos minutos de mirarme al espejo y de curarme la rodilla, salí de allí aún avergonzada, pero por suerte ya nadie se acordaba, cogí aire y caminé hasta llegar a la parte principal de la estación donde se encontraban los puestos para sacar los billetes, las cafeterías, las tiendas y sobre todo esa misma chica de antes, sin echarle mucha cuenta, miré hacia delante algo desorientada y volví a observar lo mismo que antes, la gente caminando de un lado a otro, llorando, riendo, despidiéndose, sentados esperando su tren, también vi a los mismos turistas de antes y el hombre que hace unos minutos estaba quejándose y gritando por que no había billete para él, ahora descansaba en un lujoso, suave y cómodo sillón dentro de una de las tiendas mientras esperaba a que su mujer terminara de comprar. Al parecer mis piernas se quejaron de estar tanto tiempo de pie y encima de haberme caído, así que decidí entrar en una de las cafeterías a tomar algo de beber que me despertara un poco, efectivamente entré en la primera que vi, no me fijé en el nombre, la verdad no estaba de humor como para fijarme en el cartel de cómo se llama la cafetería a la que voy a entrar, lo único que importaba era que se podía consumir cafés y bebidas dentro, me acerqué a una larga, estrecha y limpia barra de madera del local, cogí mi móvil y dejé la maleta a mis pies escondiéndola entre la barra y mis piernas. Apoyé mis brazos en ella y miré al camarero.
-Un café, por favor- Pedí amablemente aunque en tono cansado.
-Marchando- me contestó y se giró preparándolo, mientras se terminaba me miró y con el ceño algo fruncido de forma curiosa me preguntó - ¿Le pasa algo preciosa? – Levanté las cejas al oír ese piropo, al parecer hoy era mi día, pestañeé varias veces y observé su cara ligeramente cuadrada, su sonrisa con dientes blancos, sus ojos color mostaza, su pelo castaño con el flequillo hacia arriba y su principio a barba de hace varios días, el típico chico que suele atraer a las mujeres únicamente por su barba, pero a mi sinceramente no demasiado.
-No, estoy bien o eso creo –le miré algo extrañada y miré hacia otro lado viendo como la misma chica que unos minutos atrás me observaba se disponía a entrar y acercárseme.
- Bien, si quieres hablar aquí me tienes – Me sugirió el camarero mientras colocaba el café en frente de mí, asentí sin escuchar le mucho, cogí mi bebida, soplé levemente y le di un sorbo sin apartar la vista de la misteriosa chica. Al cabo de unos segundos lo hice, estaba cansada de mirar le así que le di otro sorbo al café mientras miraba hacia otro lado, seguidamente una voz detrás de mí, aguda como de una mujer me habló - ¿Paula? – me preguntó haciendo que me sobresaltara y cayeran un par de gotas de mi bebida en la mano, me giré a mirar le mientras me limpiaba.
- Sí ¿y tú eres? –añadí extrañada al ver que era la chica misteriosa que por fin se acercaba a hablarme, era bajita con el pelo negro y largo, en el cual había mechas azules y lilas en las puntas de cada mechón, tenía una piel incluso más blanca que la mía, unos labios rojos y grandes que hacían que llamara más la atención ya que sus ojos no se podían ver por unas exclusivas gafas de sol de “Police”.
- Vamos ¿no me recuerdas? – soltó una carcajada mientras yo negaba con la cabeza aún dudosa- soy Charlotte –continuó ella- la amiga que conociste hace varios años en Cádiz, la nieta de tu casera –me comentó muy ilusionada y risueña, seguidamente doble un poco mi cabeza aún sin saber con quién estaba hablando.
-¡Ah! – grité levemente haciendo que esta vez ella se sobresaltara- Ya me acuerdo de ti, nos conocimos la última vez que fui allí de vacaciones, es decir, hace muchos años – las dos reímos levemente- tu eres la extranjera ¿verdad? La que venía de California junto con sus familiares a visitar a la casera, quiero decir a tu abuela, mi casera. – Dije feliz al recordar esa época, fue hará unos seis años ya que ahora tengo 16 y estoy a punto de cumplir los 17, me acuerdo perfectamente, yo viaja con mis padres cosa que dejé de hacer hace unos meses, era la primera vez que mi mejor amiga se venía conmigo de vacaciones y fue la última vez que fui a veranear allí, nos lo pasábamos muy bien, hacíamos hogueras en la playa, fiestas en casa, nos divertíamos peleándonos de forma amistosa con la casera, la abuela de Charlotte, una anciana de piel blanca como la suya, cara arrugada, pelo gris y alborotado y sinceramente era el alma de la fiesta, no conocía a ninguna mujer con su edad que tuviese tanta energía.
- Exacto, esa misma – me respondió aún más contenta que yo- y perdona por incomodarte antes, pero no podía parar de mirarte para ver si realmente eras tú, hace mucho que no nos vemos – yo reí asintiendo y haciendo un gesto con el que le dije – No pasa nada – seguidamente ella me abrazó y yo le seguí el afecto por educación y porque estaba contenta de ver la, efectivamente hacia seis años que no nos veíamos, la última vez que hablamos fue hace tres años y  por una carta diciéndome que su abuela había fallecido, cosa que me entristeció bastante cuando me enteré. Los siguientes veinte minutos estuvimos hablando de todo lo que habíamos pasado todos estos años ya que teníamos muchas cosas que contarnos cuando de repente sonó mi móvil.
- ¿Sí? –dije cogiéndolo-
- ¿Dónde estás? Llevo cinco minutos esperándote en la puerta principal de la estación-
- Estoy en la cafetería, vente para acá- Dije algo confundida al saber que estaba hablando con mi mejor amiga la cual debería de estar en el tren camino a nuestras vacaciones y no en la puerta de la estación. Al cabo de un par de minutos vi entrar por la puerta a una chica un poco más bajita que yo, de piel morena, pelo corto por el hombro, rubio y ondulado y unos ojos claros pintados con color negro, como siempre, esa era mi mejor amiga, Nerea, una chica alocada, divertida y siempre risueña, le costaba mostrar le a la gente una imagen triste de ella.
- ¿Qué haces aquí? ¿Tú también has perdido el tren? –Le pregunté sin dejar que pudiera saludar.
-¿Perder el tren? ¿Yo? –comenzó a reír y llevaba razón era la chica más puntual que conocía. – No, el tren no sale hasta dentro de quince minutos –dijo riendo mientras yo le miraba sorprendida y furiosa- te dije que estuvieras aquí antes porque sé que siempre llegas tarde, lo siento –soltó aún más carcajadas.
- Esto es increíble –Dije furiosa pero a la vez con ganas de reírme por las estupideces que había hecho en el día de hoy por su culpa.
Los siguientes minutos Nerea y Charlotte se hicieron muy amigas aunque también se conocían de las vacaciones, estuvieron hablando y más tarde nos despedimos de ella ya que hasta mañana no llegaría a Cádiz porque primero tenía que pasar por Sevilla a encontrarse con sus padres, después de que se fuera Nerea y yo por fin, subimos al tren.

*              *             *

Pasadas varias horas, cuatro exactamente, llegamos a la estación de San Fernando, donde nos recogería un taxi y nos llevaría hasta casa. No puedo contaros mucho del viaje ya que cuando me monté me puse a escuchar música mientras mi mejor amiga leía un libro llamado algo así como “Divergente” el cual me enganché por su culpa, me quedé dormida a la media hora de estar allí, lo único que recuerdo es estar sentada en la ventana, mi vagón algo vacío, al fondo una pareja mayor adormilada, al lado una anciana con su nieto y un poco más adelante un grupo de estudiantes al parecer de arquitectura ya que lo podía leer en sus libros y justo detrás de mí un chico con un sombrero puesto el cual le tapaba toda la cara y creí que estaba dormido por que se había acomodado bien en el sillón ya no comentaré nada más porque lo siguiente que recuerdo el despertarme por el ruido de la gente bajando y subiendo de él.
Salimos de la estación con las maletas en las manos, aquí hacía la misma temperatura que en Madrid, esas ganas de bañarme en la playa no me las iba a quitar nadie.
-Paula, ve llamando a un taxi que yo tengo que llamar a nuestra casera – Me ordenó Nerea.
-Yo si fuera tu no me dejaría llamar al taxi, no me hacen mucho caso –reí recordando lo que me había pasado esta mañana, al contarse lo ella comenzó a reírse aún más y paró a un taxi, nos montamos y olía un poco mal, tosí varias veces y tuve que abrir la ventana o no sobreviviría, casi una hora más tarde, el auto se paro en frente de un bloque de pisos, el mismo que cuando yo venía de pequeña, me bajé de él rápidamente y con ganas de dejar de escuchar las historias de ese grasiento y borde conductor, le pagamos lo más deprisa que pudimos y vimos como se iba alejando de nosotros hasta desaparecer al final de la calle, cogimos las maletas del suelo y entramos en la puerta principal, había tres chicas de unos catorce años sentadas en las escaleras y murmurando cosas sobre un chico, reí levemente al oírles y pude notar cómo me echaron una mirada desafiante, pasé de ellas y subí al piso, entramos por una puerta de madera blanca, preciosa, no me acordaba muy bien de cómo era la vivienda cuando yo veraneaba de pequeña, pero seguro que no era como en ese momento, había cambiado mucho, un salón grande y espacioso unido a la cocina, casi todo decorado de blanco, pasé por un largo y estrecho pasillo reluciente que daba paso a tres grandes habitaciones y a un espacioso baño, entré en la del fondo ya que esa sería la mía, con una cama de matrimonio en medio de la habitación, un escritorio y un gran armario. Después de unos quince minutos de mirar nuestro hogar una y otra vez decidimos bajar a la playa, yo estaba acalorada y necesitaba bañarme, llegamos a la misma puerta principal de antes donde aún se encontraban las tres chicas.
- Pero mirad que guapo es, necesito hablar le –comentó una en tono de niña pequeña ilusionada.
- Callaos, ahí viene otra vez –susurró una de ellas mientras me miraba, yo le miré extrañada y me acerqué a ellas-
- Mirad, mi amiga y yo hemos pasado por lo mismo que vosotras cuando teníamos vuestra edad –les dije aguantándome la risa- ¿Os podemos ayudar con algún chico?
-¿Nos ayudaríais? –Preguntó una con los ojos brillantes y bien abiertos, yo asentí con cara de interesante y aún con más gana de reírme les pregunté- ¿Cuál es?- Ellas me señalaron a un chico que estaba de pie y frente a su amigo en la arena, pero no le pude ver ya que estaba de espaldas.
- Genial, quedaos aquí, volvemos en nada –sonreí y salí tirando del brazo a Nerea para que no me dejara sola, justo cuando se cerró la puerta y las niñas no podían ver mi cara, comencé a reírme hasta que llegué a la espalda del chico.
- Disculpa –dije tímidamente tocando su hombro, el chico se giró mientras se quitaba sus gafas de sol y yo podía notar como mi piel enrojecía de la vergüenza y como mis ojos brillaban al ver tanta belleza.
- Joder –murmuró Nerea con la boca abierta al ver le, yo lentamente le tapé la boca igual de sorprendida para que no dijera nada más sin apartar la vista de él. 

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Como veis este es bastante más largo que el anterior, me ha venido la inspiración, pero no puedo decir con seguridad cuando subiré el tercer capítulo ya que no quiero que sea muy corto, por favor no os olvidéis de comentar.

viernes, 3 de enero de 2014

Capítulo 1. ♥ Temas del triunfo.

-No, ¡espere! –dije gritando mientras corría- mierda –susurré viendo como perdía la única oportunidad de llegar puntual a coger el tren, me senté en mi maleta pensando en que hacer y dando un fuerte suspiro el cual hizo que un pequeño mechón volara sobre mí nariz.
Por cierto, me llamo Paula, de un pequeño pueblo de Madrid, rubia de ojos claros y tez blanca, iba a pasar un estupendo verano con mi mejor amiga en Cádiz, pero había un problema, mi taxi se había ido.
Miré mi reloj y desesperada me giré hacía la parada de autobús, pensé en coger lo, pero la cola era tan larga que casi llegaba a doblar la esquina y encima era un viaje largo para los pocos minutos que me quedaban, volví a mirar la hora algo más preocupada, me levanté, respiré hondo, asentí, cogí mi maleta por el asa haciendo que se levantara del suelo y comencé a correr esquivando a toda la gente o al menos intentándolo ya que con las prisas choqué con un par de personas, las cuales se sintieron un poco molestas por ni siquiera disculparme, pero era evidente que no tenía el tiempo suficiente como para hacerlo, continué corriendo unos minutos más aún más desesperada y perdida que nunca hasta que por desgracia en un semáforo un coche se paró delante de mí impidiendo me el paso, agarré aún más fuerte la maleta y cuando me disponía a rodear lo una voz proveniente de él me dijo - ¿Te llevo? – me preguntó una grave voz, miré hacia el auto, un gran, rojo y descapotable auto, en el cual había un chico de ojos pequeños y marrones, una cara rectangular y masculina, de piel un poco más oscura que la mía, un pelo oscuro casi negro y una bonita sonrisa, este me miró y me volvió a preguntar
- ¿Te llevo? – Yo le miré algo extrañada y con la respiración acelerada mientras sus ojos color caramelo se clavaban en los míos
- ¿Es a mí? – al hacer esa pregunta el soltó una pequeña carcajada
-¿Ves a otra chica nerviosa y desesperada que lleva corriendo como una loca varios minutos? – Me comentó alzando una ceja, entre cerré los ojos mirando le
- ¿Eres capaz de llegar a la estación en menos de diez minutos? – Dije acercándome a la puerta del copiloto
– En cinco si me lo pides – Me respondió con un aire juguetón, yo le miré de forma desafiante y subí mi maleta al asiento trasero
– Por favor – agregué mientras me montaba rápidamente en el coche, él asintió sonriendo y antes de que pudiera ponerme el cinturón ya estaba acelerando, giró una curva, luego otra y así sucesivamente, cosa que me demostró lo mal que conducía, quiero decir, no es que condujera de esa forma, si no que lo hacía muy rápido y a su manera, saltándose las señales, derrapando en las curvas y quieras o no eso preocupaba, mientras seguía en ese inesperado y peligroso viaje no pude evitar agarrarme a la siento y mirar hacia delante ya que al ser un descapotable y al ir a esa velocidad no podía mirar a otro lado a causa del viento. Al cabo de unos pocos minutos, estábamos justo en la entrada de la estación –Sana y salva- Pensé, resoplé y me bajé del coche
– Muchísimas gracias- dije cogiendo mi maleta con algo de prisa.
– De nada – me respondió el- Por cierto, me llamo Carlos – agregó mientras colocaba su brazo en la ventanilla.
– Paula –respondí aún con la respiración algo agitada y de nuevo comencé a correr con mi maleta en las manos, entré en la estación y me fijé en todo mientras buscaba el lugar donde se cogían los trenes, había gente pasando de un lado a otro, muchos con las misma prisas que yo, otros tranquilos y relajados ya que su tren no llegaba hasta dentro de unas horas, había personas que lloraban despidiéndose de familiares, en cambio había otras que se daban abrazos de alegría ya que acababan de llegar, a unos metros de mí había un grupo de extranjeros mucho más perdidos que yo, con sus mapas gigantes de toda la ciudad, sus enormes mochilas colgadas a la espalda y esas gorras para que no les diera el sol, pero no podía pararme, mientras entraba a el andén de mi tren, se podía oír gritos de gente como “¿Cómo que no tiene usted mi billete?” o “Maldita sea, tienen que quedar más sitios libres, no puede estar todo completo ya” pero tampoco les di mucha importancia, seguidamente me subí a las lentas y largas escaleras mecánicas que tanto odiaba, pero no tenía más remedio, comencé a impacientarme cuando esa escalera no llegaba a bajo y al fondo se veía llegar el tren, me adentré entre la multitud y por fin llegué a mi andén, anduve rápido ya que estaba algo cansada de correr tanto – No puede ser –susurré al ver como el tren pasaba por delante de mis narices.
- ¡Espere! –grité nerviosa y empecé a correr detrás de él hasta que lo perdí de vista y una vez más me quedé sin mis vacaciones – Si no hubiera sido tan patosa como para quedarme dormida o perder el taxi, nada de esto habría pasado, genial Paula, bien hecho – me decía a mi misma con tono irónico una y otra vez mientras regresaba a por mi maleta ya que la había dejado junto a un banco antes de salir corriendo por última vez.   

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Por si no lo sabéis, el chico, Carlos es Josh Hutcherson, pero con otro nombre evidentemente. Espero que os vaya gustando por ahora, no olvidéis comentar por favor. 

jueves, 2 de enero de 2014

Sinopsis.



¿Qué pasaría si de repente apareciera alguien en tu vida y lo cambiara todo por completo hasta que algo se interpusiera entre vosotros? Ese algo; un sueño.

¿Tu primer amor o un importante sueño?
¿Esa mirada sexy pero a la vez dulce o una nueva vida alejada de él? Preguntas con una inesperada respuesta, al menos para ellos.


Nueva novela de Paula Baus, Temas del triunfo.

Personajes: 
Liam Payne as Liam
Ashton Irwin as Ashton
Josh Hutcherson as Carlos. 



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Os preguntaréis que por qué Liam, bueno pues por el simple hecho de que últimamente todas suelen ser de Harry, Niall o Zayn, estoy harta, los amo y disfruto leyendo esas novelas, pero creo que nuestro Leeyum tiene el mismo protagonismo o se merece el mismo que los demás al igual que Louis (del cual ya haré la novela más adelante) y bueno como tengo una historia para mi preciosa pensada pues he decidido hacer la con Liam de chico protagonista, porque es mi debilidad, me enseño a ser fuerte y a mantener la cabeza bien alta a pesar de los rechazos y también me enseó que al final si luchas por tu sueño lo conseguirás, así que hacer lo por él y leer la novela ;3 Psd. Os quiero.
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